sábado, 16 de abril de 2016

Habla doña Ana Caro

C
 Contáronme que ayer, en la tertulia de la librería llamada Agapea (que no sé si nombre de diosa o de moza fregona es este), como doña Herminia preguntase a los allí presentes, qué personaje de su novela era más de sus agrado, si doña Ana Caro (una misma) o doña María de Zayas, fue unánime el parecer de que doña María era mujer de más brío y carácter. Yo no puedo menos que corroborar esto, que a doña María la aprecio y la apreciaré siempre. Mas también diré en mi favor que ni mujer de alfeñique ni pava de feria soy, que mis pasiones las llevo acotadas en mi pecho y allí están escondidas como el fuego del volcán Mongibelo, siendo una de esas pasiones la de las letras, la que llevo a gala cultivar como la más excelsa que haya en el mundo. Y aún dicen que soy la primera mujer que sus buenos dineros gana con su pluma, es decir, con las relaciones y las piezas de teatro que de mi mano salen. Vean, si no, en este retrato, que ni manca ni tuerta para ver bien el mundo soy.

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